miércoles, 1 de julio de 2009

Análisis Inherte

Así como la necesidad de comer y reproducirnos, existe en la naturaleza humana un constante e incesante llamado al conocimiento, un eslabón hacia la plenitud que está siempre clamando por su satisfacción, dándole sentido al contexto, analizando y conceptualizando lo natural, tomando dominio de lo indomable, haciéndonos sentir como los definitivos amos del Mundo, señores de este Planeta al que podemos moldear infinitamente y desarrollarnos en él, según nos plazca. De esta misma sed o hambre de información nacen las tan populares preguntas: ¿De dónde venimos?, ¿por qué estamos vivos? y ¿para qué estamos vivos?; a partir de éstas llevamos milenios de historia y prehistoria cambiando y aprendiendo, en búsqueda de una respuesta que nos ha abierto un infinito más de incógnitas, como si la complejidad de las tres principales no fuera suficiente. Y de la simplicidad curiosa del humano, finalmente y luego de una basta evolución intelectual, fueron surgiendo respuestas a las pequeñas preguntas que las primeras causaron.
Aún después de tanto tiempo de existencia se hace sorpresivamente difícil para nuestras mentes el poder interpretar razonablemente la simplicidad del resultado de tántos análisis y conjeturas sobre el asunto; La respuesta es una constante, de la que todos sabemos concientes o no, de su existencia: El Álter Ego, o la otra cara de la moneda, que es la causa y efecto de su contraria, y viceversa. De esta forma las preguntas se han ido respondiendo, sin olvidar el embrollo analista y caucásico (si, blanco) necesario para llegar a una conclusión.
Así se responden las grandes preguntas el ser humano, tarde o temprano, podrá entrar o salir de ella, pero el resultado siempre será el mismo.

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